Opinion |
No hay peor ciego que el que no quiere ver
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viernes 29 de junio de 2012 09:30 AM Mayela Vílchez / mayelavilchez@gmail.com
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Dice
un viejo adagio popular “no hay peor ciego que el que no quiere ver”,
de esta manera, sin calificativos postizos e impertinentes respondemos
las declaraciones del rector de LUZ del fecha 17 de junio. Lo hacemos
también para todos los universitarios y pueblo en general, porque la
Universidad del Zulia es patrimonio de todos y en el ejercicio de la
ciudadanía responsable, será a éste mismo a quien daremos cuenta
más temprano que tarde de nuestro hacer universitario.
El tránsito en el Consejo Universitario de LUZ comenzó en el año
2007, cuando ejercíamos con la misma responsabilidad, y compromiso de
hoy, la representación profesoral ante el Consejo y nos tocó ser
testigo de cómo allí se enmendaban las notas de los egresados. En
una oportunidad, hasta cuatro materias a una médica, para luego abrir
los concursos en aéreas que reunían las materias que se habían
alterado. En esa ocasión, usted, señor rector era vice administrativo,
nosotros argumentamos semejante desafuero y salvamos el voto. No
escuchamos su voz, únicamente vimos que levantaba su mano y aprobaba.
Desde allí nuestro “voto salvado” ha sido un solitario en el
desierto. Hicimos una elección, nada fácil, por cierto. Nos pegábamos a
la pared y dejábamos que la corriente nos llevara o, asumíamos, con
fortaleza y valentía, una postura ética, es decir, de sentido
universitario.
Hoy, a los largos informes rectorales, a veces horas (sin derecho
a réplica porque el contexto de situación de quien ejerce la vocería,
lo impide) he tenido que escuchar voces cargadas de descalificaciones y
oprobios que siempre terminan en lo mismo: “Mayela, enemiga de la
universidad, yo, rector, nosotros los verdaderos universitarios”. Algo
falló en la estrategia rector, porque hoy estamos seguros que hemos
cumplido con nuestro deber porque ya empiezan a escucharse en LUZ
voces que reclaman justicia, equidad, orden, inclusión.
No es cierto que podamos justificar los repetidos errores en el
manejo del personal de ingreso, con la retórica de “que como toda
institución del país, LUZ no es la excepción”.
Ese no puede ser el argumento de un rector porque estaría
justificando la cantidad de desaciertos y las nefastas consecuencias de
una política de ingreso partirizada, endogámica y maliciosa, donde se
tardan hasta años en permitirle al jurado revisar credenciales, porque
alguien con poder, espera que su elegido (a) egrese; porque en
oportunidades pasan años, para enviar al Consejo Universitario las
apelaciones, de manera que los apelantes se desmoralizan y hasta se
olvidan de que concursaron porque en definitiva cuando se quiere
favorecer un candidato se recuerda que la decisión final es del
Consejo, que es el Consejo el que decide.
Más de una vez, advertimos que los veredictos no estaban apegados a
la justicia, “que si ese concursante apelaba le ganaría millones a la
universidad”. En ocasiones hemos escuchado con tristeza “que vaya el
concursante a apelar a los tribunales, que allá va a ganar”.
Es importante no olvidar que hay en estos quehaceres una víctima
solitaria, sin voz propia que busca la nuestra, la universidad. A ella
se le despoja de recursos humanos valiosos para complacer o
garantizar la permanencia como casta en el poder.
Quizás, esto esté relacionado con lo que está pasando con la
generación de relevo que sale a formarse en el exterior, muchos de
ellos, la mayoría, sin ningún prurito ni sentido de pertenencia,
después de habérseles pagado 5 o más años de estudio, se quedan
en el exterior. La universidad y el Estado venezolano pierden el
tiempo (en términos de oportunidades), divisas y un capital humano que
debió ser mejor elegido.
Debe fortalecer nuestra capacidad de lucha y defensa de LUZ, saber
que usted, el rector, la compara con cualquier institución del país.
Nosotros sabemos que no es esa la esencia y el sentido último de
toda universidad, aún más de una como ésta, que tuvo grandes
rectores, hombres sabios, dignos con una trayectoria virtuosa como
debe ser. Una vez se lo recordé precisamente a usted.
“La universidad no está llamada a ser reflejo del país, sino a ser el
espejo donde se mire y modele el país”. Esa es la única Universidad del
Zulia que reconozco, por la que lucho y alzo mi voz. A ella le debo
todo, mi formación científica, ética y humana a lo largo de mi
pregrado, maestría y doctorado. Seguros estamos la larga lista de voces
que se escuchan y de votos salvados, así lo demuestran.
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